No salgo de mi asombro al comprobar la cantidad de ciudades que están incorporando el tranvía a sus calles, si no lo han hecho ya.
Al principio pensé que se trataba de una excentricidad del Alcalde de Sevilla.
En Sevilla el tema de Urbanismo cantaba demasiado con Rojas Marcos y su partido apoyando para hacer gobierno con quien fuera alcaldía tras alcaldía a cambio de esa delegación/gerencia/departamento que propulsó cosas tan útiles a la ciudad como El Estadio Olímpico -ese en el que nunca se han celebrado olimpiadas y que cuesta muchos ceros al día en mantenimiento pese a que ya se sabía que no lo usaría nadie (a unos por que no les dejan y otros porque no quieren) y el proyecto inicial (y concesiones) del Metro. ¡Ahh el metro!. La historia de Sevilla -desde que tengo uso de memoria- va ligada al metro fantasma. Desde pequeño he visto bocas de metro por las calles. Bocas que fueron tapadas y anegadas para su mantenimiento. Bueno, me dijeron que las anegaron, ahora creo que fue por causas naturales, lo cual no dice mucho en favor del mantenimiento del próximo.
Con el Metro llegó el tranvía. Esa cosa que utilizaban nuestros abuelos y que suele circular entre dos vías o en calles peatonales pasando de vez en cuando para consiguiente "susto" de transeutes o conductores. En Sevilla además, tiene un recorrido algo ummm digamos inutil.
Bueno, no sigo que me meto en un charco, y si la prensa no se atreve no sé porque tengo que hacerlo yo.
El caso es que al ver que tantas ciudades lo están recuperando y como sigo sin verle ese plus de utilidad para el ciudadano, a mi cabeza solo llega una explicación, un idea, una canción que resuena y resuena.
¿Es que los alcaldes no prefieren el monorail?
miércoles, 9 de mayo de 2007
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