miércoles, 31 de enero de 2007

Cuando Buster Keaton y yo somos la misma persona


4PM. Una compañera de trabajo me da 2 caramelos y un bombón con una pinta excelente.
Me como un caramelo y dejo el resto para después.
Relleno un par de formularios de hacienda, recojo un par de copias legalizadas en la notaría, investigo la existencia o no de una escritura.
Actualizo una base de datos. Me levanto a por una botellita de agua (que alta tienen la calefacción en mi ala) y me detengo en el ala de la anterior pareja contrincante (de padel) para confirmar nuestro próximo partido amistoso. Todo ello a las revoluciones que me caracterizan.

Mientras hablo con ellos me meto la mano en los bolsillos -como es frecuente en mí- y recibo una de las sensaciones más desagradables que recuerdo en mucho tiempo. Para que os pongáis en situación, es como si metierais de lleno la mano en el pañal de un bebe que necesita un cambio: calorcito, caldito, pringue, dedos marrones...
Efectivamente, el bombón se ha derretido y deni sabe como ha sido.

2 paquetes de cleenex y un par de toallitas húmedas después puedo confirmar que tengo que cambiar de llavero, de pantalones y de ala donde sacar botellitas de agua. Tarde o temprano se les olvidará mi cara.

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