lunes, 20 de noviembre de 2006

El guante de Lila (dedicado a Faramar)

Silvie trabajaba poniendo copas en el bar donde conoció a Marcelo. Un argentino de voz melosa que gastaba su abundante tiempo libre como artista callejero. El resto del tiempo lo dedicaba a preparar su doctorado en algo.

Entre copa y copa Marcelo convenció a Silvie de que sus ojos tenían el color del mar andaluz.
También la convenció de que beber malibú con piña es de niñas chicas y da más resaca, que dormir con ropa inhibe unos instintos naturales que parece que ayudan a llevar el día con más ánimo, que vestir de negro al contrario de lo que se piensa es una muestra de seguridad y elegancia, que tragarse el semen no es malo y que si vendía su piso podrían disfrutar del paraíso en la tierra. Concretamente en la tierra más árida de Castilla donde él tenía familia lejana.

La lejanía del mar no tardó en hastiar a Marcelo y Silvie lo siguió nuevamente, esta vez con destino Barcelona donde el mar debía tener otro color porque Silvie no volvió a escuchar nada sobre sus ojos, nada sobre el futuro juntos. Nada sobre nada.
Silvie no volvió a escuchar a Marcelo porque "necesito meterme en el papel de mimo y soy de la escuela de Stanislavski mi amor".

No le resultó difícil encontrar trabajo en un bar-restaurante mientras él perfeccionaba su técnica de estatua en la Rambla.

Hace un par de meses quedó embarazada.
Después de celebrarlo Silvie se fue a trabajar. Al volver a casa no encontró a Marcelo que no vino a cenar, ni a dormir. Ni a despedirse.
La mala alimentación a la que le llevó la depresión terminó en un aborto. Su hijo belga-argentino se fue por el retrete envuelto en sangre junto a la orina.
Durante la recuperación se fue a vivir a una casita junto al mar en un pequeño pueblo de Huelva.
Por las mañanas daba largos paseos por la orilla junto a las algas (lo más parecido que encontró al color de sus ojos) y fue en uno de esos paseos donde conoció a Manuel.

Manuel no sabe decir cosas bonitas. No le gusta leer ni ir a museos y mucho menos el cine raro, pero la quiere, la adora, vive y se desvive por ella. Por eso ha pedido vacaciones y ha pagado el billete de avión a Barcelona sin preguntar. Se ha metido en ese carísimo hostal de La Rambla sin rechistar, y no entiende pero respeta que ella, cada uno de los 5 días que ha durado el viaje, en cuanto se ha despertado haya salido en ropa interior al balcón para entrar minutos después mascullando "hijoputa".

6 comentarios:

  1. jajaja... me gustó. No es mala idea desempolvar de vez en cuando alguna de las fotografías que hago, y que te inventes la historia. Es un buen ejercicio para la imaginación. K ya me ha dicho que podría escribir una historia como tú, y como F.A. sobre la chica del balcón. Yo ya le he retado.

    Muy bueno este "extenso"pie de foto.

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  2. Y yo que me estaba creyendo que era una historia "de verdad" :/

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  3. anda que no...y yo, vaya palo...

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  4. me ha gustado el relato.
    puedo entrar en el reto??

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  5. Hombre... pues claro, me encantaría F.A. Además como ya he leído, se que te gusta escribir historias. Toda tuya,la rubia...

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  6. reto recibido y reto ya realizado.
    http://todogiraoelquegirasoyyo.blogspot.com/2006/11/el-guante-de-lila-aunque-m-no-me-lo-ech.htm

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