"First Blood" es una forma de expresar un item más en el ciclo vital. Nacemos, crecemos, nos pegamos tortas, crecemos más, nos reproducimos y sufrimos por las tortas que se pegan nuestros hijos casi a la par que los disfrutamos.
No importa lo mucho que te preocupes ni las precauciones que tomes, tarde o temprano llegará el momento y, pese a ser algo cultural, dudo que nadie esté preparado para esa First Blood, yo al menos no lo estaba.
Mi padre acaba de llamar para tranquilizarme. Le comento que no sabe lo duro que es escuchar el sonido de su cabecita contra el suelo, aunque supongo que sí lo sabe y lo recuerda. "Recuerdo varias" me dice tranquilizador.

Escribo lo mal que me siento cada vez que recuerdo el horrible sonido de mi hija contra el suelo con la intención de olvidarlo para siempre. No podré. En cambio ya no me siento culpable; Laura me ha perdonado a cambio de chantajearme todo el día en cuanto pretendo separarla de mis brazos.
First Blood lo llaman. Una buena forma de resumir que un día descubres que tu hijo es tan vulnerable como temías antes de que naciera, tanto como tú.
First Blood.
No sé cómo llamarán en inglés a las heridas del alma. Seguro que tardan más en cicatrizar que su chichón en bajar.
Aquí lo dejo, Laura ha descubierto lo divertido que es tirar su vaquita de peluche al suelo para que la recojamos. Se está riendo a carcajadas. Os aseguro que es un sonido mucho más bonito que otros.
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