lunes, 5 de febrero de 2007
De como conocí a David Copperfield
Estábamos en 6º de EGB. Por aquel entonces era un chico hiperactivo pero educado, más que el resto de la clase. El detalle importa porque solo así se explica que saliera indemne.
Durante el recreo encontramos en el patio un gorrión que no parecía poder/querer volar. Lo cogí y me lo metí en el bolsillo de la camisa, ese que queda a la altura del pecho.
Es curioso por no decir improbable que yo llevase camisa, y no menos curioso es que yo fuera la persona que finalmente se encargara de velar por la seguridad del pájaro.
Durante una clase -varias horas después- el profesor me pide que vaya a otra clase donde cree que ha perdido o le han perdido el libro de profesor de lengua.
La razón por la que los profesores siempre me pedían a mí que leyera o fuera a buscar algo no era exclusivamente por lo bien que lo hiciera, que lo hacía y bastante mejor que el resto por aquella época, sino por tenerme callado/centrado/ausente por el tiempo suficiente de coger aire y contar hasta 10.
El caso es que al llegar a la otra clase y explicar la situación, ante la callada por respuesta del alumnado pedí permiso para buscarlo. Busqué bajo las mesas, sobre las mesas, bajo las sillas, sobre las sillas, tras la papelera, en la papelera. Busqué hasta detrás de la estantería, y fue entonces, gracias a la posición adoptada para mover el mueble, que el ave olvidada vio la luz y decidió que aquel era un buen momento para salir del opresor bolsillo en busca de la libertad.
Imaginad a 30 personas que ven aparecer de repente a un gorrión tras una estantería. El profesor no daba crédito.
No salió el culpable así que castigó a toda la clase sin recreo por encerrar a un pájaro oprimido contra la pared.
Ese castigo se suma al de la pérdida/sustracción del libro.
Yo era un chico hiperactivo pero también honesto, tan honesto que un día un profesor me pilló infraganti mientras me dirigía a la pizarra a borrar mi nombre. No me importaba que escribieran mi nombre mil veces o que pusieran mi apellido en vez del nombre, pero no soportaba que lo escribieran mal. Así que me levanté y borré el nombre.
Todos callaban. El profesor observaba y yo seguía borrando el nombre sin percatarme, le quitaba la tiza a la chivata de turno sin percatarme y escribí nuevamente las 4 veces correspondientes "Mandela" en la pizarra, bien escrito, como creo que he escrito este post en el que os cuento que de pequeño era hiperactivo y honesto. Tan honesto que habría reconocido que el pájaro vino en mi bolsillo si no fuera porque lo recordé al encontrarme su cagada en la camisa un día después. Entonces recordé las caras de todos viendo salir al gorrión de la pared y supe como se siente un mago, justo lo que quería ser de pequeño. Justo como soñaba que sería.
PD: Otro día os contaré la historia de la equipación que vuelve al colegio en la bolsa del pan duro para gazpacho. Un despiste lo tiene cualquiera (en algo me tengo que parecer a mi padre).
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Preciosa historia y muy bien contada, como siempre. Saludos. max
ResponderEliminarGracias
ResponderEliminarotro día contaré algunas cosas sobre la época en la eras algo mayor, igualmente hiperactivo e igualmente honesto.
ResponderEliminarDe acuerdo totalmente con max, tienes una gran habilidad para contar historias, a mí también me ha gustado mucho y ansioso por leer los chivateos (que no chiveteos) de sz9 acerca de esa época posterior...
ResponderEliminarYo de pequeño también solía ser honesto, recuerdo una vez, que por serlo precísamente el día de mi cumpleaños permanecí castigado de píe durante muchas horas de madrugada cara a la pared de un colegio interno.
ResponderEliminarNo puedo evitar imaginarme a un Antoniño digno heredero de todas tus virtudes o defectos, me da igual.
ResponderEliminarEstoy deseando, conocerlo, lo confieso.
como Copperfield, me siento transportado cada vez que te leo en este tono y con ésta luz...
ResponderEliminargracias mil
Mandela, Mandela,Mandela,Mandela
Muchas gracias por los comentarios.
ResponderEliminar@sz9: Dudo que a estas alturas quede alguien que no sepa que en la universidad me marchaba de clase mientras el profesor explicaba una pregunta que había hecho yo (lo negaré siempre).
@nono: Lo siento.
ResponderEliminarTal vez por ese tipo de cosas ahora haces tan buenas fotos
Mummm... veo que no has cambiado mucho en veinte años: hiperactivo y honesto... hoy en lugar de ir a otra clase a por el libro de lengua para calmarte, tienes un blog donde derrochar tanta energía y palabra...
ResponderEliminarMuy linda la historia ¿Linda? bueno... que me he reído mucho...