viernes, 12 de enero de 2007

Un hombre de costumbres.

Oscar decía que soy un hombre de costumbres porque antes, cuando lo visitaba a menudo, lo primero que hacía cuando llegaba a su casa era devorar el paquete de dipas y la botella de acuarius que él dejaba sobre la mesa, después ya podíamos hablar y reírnos un rato (también hablábamos antes pero no suelo prestar atención cuando como o escucho noticias del Betis).

El caso es que yo creo que el que es de hábitos es mi cuerpo. Ahora por ejemplo está cogiendo la desagradable costumbre de querer "renovarse" al salir del trabajo, a mitad de camino, camino que hago a pie. No importa que no haya tenido la más leve sensación en todo el día. Basta que salga del trabajo y decida ir a pie para verme obligado a andar con paso corto y ligero antevertiendo la pelvis, apretao vaya.

En el trabajo han acordado con un centro deportivo la reserva de unas horas determinadas de un pista de paddle durante varios meses.
La respuesta ha sido tan masiva que se han visto obligados a realizar directamente un sorteo para el campeonato. No importa que la gente no haya jugado al paddle en su vida y que se apuntara con la intención de hacer un poco de ejercicio con los compañeros. Es la única manera de que todos catemos la pista.
Y claro, como soy una curiosa casualidad andante, pese a haberme apuntado de los primeros, mi poco compenetrada y semidesconocida pareja y yo (porque el torneo será por parejas) nos enfrentaremos contra el hijo de mi jefe y su pareja en la primera hora el primer partido del primer día del primer campeonato de paddle de la empresa. ¿Qué quiere decir eso? Eso quiere decir que seré la primera persona eliminada de la historia de los campeonatos, por no mencionar que solo podré disfrutar de la pista ese momento, ni siquiera oficial pues se trata de una ronda previa para encajar correctamente los grupos en las eliminatorias.

Según parece, ella (mi pareja) no ha jugado al paddle en su vida y desconoce las reglas aunque de pequeña le daba al tenis. Yo he jugado varias veces y reconozco que hace poco eché una partida de Teniis en la Wii de Villa. Vamos, lo que se dice un entrenamiento con derroche de tecnología, como si fuera Ivan Drago en Rocky IV (pese a que en esta ocasión me venga a la mente la versión de Pajares y Esteso, mucho más apropiada).

El caso es que todo este rollo que os cuento me sirve de introducción al hecho de que, al salir pronto del trabajo y motivado por el inminente enfrentamiento, he decidido salir a correr.
Hacía un par de meses que no corría porque me puse mu malíjimo de la garganta la última vez. Y claro, como soy una perfecta y engrasada maquina de costumbres...

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