martes, 19 de septiembre de 2006

Mi maletín

Al terminar la carrera -allá por los 90- mi tía Blanca me regaló un maletín. Un maletín que hasta ahora no he usado porque: era muy grande para tan pocos documentos, era mejor que el del jefe, era incomodo para hacer inmovilizaciones y demasiado bueno para dejarlo en un despacho permanentemente abierto de un centro de menores, no servía para hacer cuadre de caja después de limpiar el approach, solo se puede llevar a la mano y no me fiaba de dejarlo apoyado en el suelo mientras tomo un refresco en cualquier cafetería...

Mañana por la mañana salgo para un Consulado en Barcelona. Lo que en principio iban a ser un par de escrituras a legitimar se han convertido en 14 tochos.
Mi intención era llegar al aeropuerto con el billete previamente impreso y no tener que facturar por lo que quiero llevar documentos y ropa en un solo recipiente, pero tanto documento unido a la muda hacen que el porta documentos que me regaló Soft se vea muy, como diría yo, digamos que lo van a penalizar en el control antidopping.
El caso es que esta es la ocasión perfecta para el maletín.
Un trabajo serio vistiendo de hombre serio llevando una documentación muy importante y seria. Todo perfecto y serio, en serio.

Lo cambio todo de sitio. De cada uno de los 12.243 compartimentos del porta documentos voy sacando mis cosas; las del bolsillo de las facturas a liquidar, las del bolsillo de documentación pendiente de trámite, las del apartado de notas y chuletas varias en caso de pánico, las del bolsillo de reproductores y demás cacharros con botones, las del bolsillo con money money para trámites...

Lo meto todo en el maletín, queda perfecto brillante impoluto nuevecito sin un solo bulto, no como el porta documentos que parece el de un adolescente que lleve ahí un balón de futbol.
Mi maletín es un maletín de hombre, un maletín de cosas serias, de escrituras importantes, de dinero para pagar escrituras importantes. Un maletín de los que se llevan con una esposa en la muñeca, un maletín tan relucientemente cargado de importancia que no se puede dejar en cualquier suelo de cualquier cafetería, un maletín con el que no se puede hacer otra cosa que trabajar, trabajar duro ¿Quien ha visto un maletín como ese dando un paseo por la Sagrada Familia? ¿Quien relaciona a Dalí o Gaudí con un hombre-maletín cargado de documentación y pasta.
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¡Cariñooooooo ayudame a meterlo todo en el portadocumentos!

4 comentarios:

  1. Lo que más rabia da es saber que en el hotel hay WIFI y no poder mandaros un saludito

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  2. los maletines... a´mí mis amigos hace unos años me regalaron un maletín de piel, de marca, de clase, pero no se dieron cuenta de un detalle muy importante, y es que yo no soy un tipo con clase (no al menos con ese tipo de clase). Alguna vez lo he llevado, pero me miro en un espejo y no me gusto con él. a lo mejor los demás nos ven así, con lo que nos regalan, a lo mejor tu tía te veía como un tío importante llevando información importante y haciendo grandes negocios, a lo mejor tu tía te imaginaba como hoy ibas.
    ahora bien, no quiero opinar acerca de cómo te ve soft...

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  3. Dolorida de llevar siempre carpetas enormes y gordas, con miles de apuntes e historias laborales, he acabado comprandome una especie de maletín y cuando digo especie, sé de lo que hablo ;-).

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  4. Pues probablemente hablas de un portadocumentos.
    Cuando trabajaba en bares de copas o era asiduo a ellos, no había finde que no volviera con uno de publicidad (o una camiseta por supuesto). Durante algunos años me presentaba en entrevistas o reuniones con lo que más tarde descubrí era un porta vinilos.

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