sábado, 5 de diciembre de 2009

Censura de tapadillo, sin juez e inútil » Retiario » Blogs RTVE.es

 
 

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via blogs.rtve.es on 12/5/09

por Pepe Cervera el 01 Dic 2009 URL Permanente

Pobres intermediarios de la industria cultural y rentistas de los derechos de autor. Desde que nació Internet han tenido en sus manos un problema catastrófico que sólo han sabido empeorar. Porque su negocio, que es extraer réditos de la creación ajena, se basa en cobrar un tanto por cada copia material que se vende de una obra cultural, que como todo el mundo entiende es inmaterial; por lo que se puede cobrar no es por la música o el poema, sino por el disco o el libro. Al desacoplar la cultura de sus soportes materiales, al hacer las copias gratuitas y al conectar a miles de millones de personas en todo el mundo la Red cortó el único mecanismo que los intermediarios culturales conocen para ganar dinero, al mismo tiempo que deshacía la dicotomía excluyente entre autores y consumidores y en la práctica liberaba a los frutos de la mente. Desde entonces la industria cultural no levanta cabeza. A la cultura, en cambio, jamás le ha ido tan bien.

Jamás ha habido tanta música, se han dado tantos conciertos, se han publicado tantos libros o se ha ido tanto al cine como ahora. Jamás la fertilización cruzada entre países, culturas y creadores ha dado lugar a más y mejores obras. Nunca tanta gente ha creado tanto para tantos. Y en medio de esta orgía creativa y de cultura los representantes de las industrias de la copia jamás se habían quejado tanto, tan lastimeramente y con tanta reiteración. Tanto han llorado que el gobierno Zapatero ha decidido colar de tapadillo una de las principales peticiones de los intermediarios de la cultura en su Ley de la Economía Sostenible. A partir de ahora los representantes de la industria y los autores, o mejor dicho, su brazo armado en forma de Sección Segunda (SS) de la Comisión de la Propiedad Intelectual, podrán sin orden judicial bloquear el acceso a páginas de la Red que presuntamente vulneren sus derechos.

La industria de la intermediación cultural lleva intentando obtener esto desde hace años, porque cuando han intentado denunciar a estas páginas web ante los tribunales éstos no les han dado la razón. Es decir, que los tribunales han dejado dicho una y otra vez que lo que hacen algunas páginas (enlazar a contenidos que sí violan la 'propiedad' intelectual) NO es ilegal. Como les ocurriera a sus congéneres estadounidenses con Napster, los tribunales han rehusado creer las interpretaciones legales de la industria. Como ocurriera con Napster, la respuesta de la industria ha sido sencilla: si lo que hacen esos pérfidos no es ilegal, cambiaremos las leyes para que lo sea. Si los jueces no atienden nuestras razones, apartaremos a los jueces del proceso. En ello están.

Lo pero de todo no es la maldad. No es el mal perder, ni la obstinación en defender por la fuerza modelos obsoletos, ni el rechazo a evolucionar. Ni siquiera que semejante idea sea antijurídica, o que tener una SS con poder para censurar (y creada por lo bajini) sea el argumento ideal de un opositor político o un caricaturista. No; lo peor es la estupidez. Porque no va a funcionar. Las medidas represivas ya se han intentado en numerosos países, y nunca han funcionado. Se ha denunciado a decenas de miles de usuarios, en EE UU Y Alemania; se han cerrado empresas, páginas, sistemas. Se ha amenazado, se han endurecido las leyes, se ha pontificado y se ha agitado el espectro de la muerte de la cultura. Se han hecho redadas policiales, juicios y congresos. Y nada de eso ha funcionado. Esta vez tampoco va a funcionar, esperemos por su bien.

La industria corre un riesgo atroz si la ley se aprueba tal y como está. Si ganan, acabarán perdiendo, porque los internautas responderán pasándose a la Darknet, donde sistemas como Freenet hacen imposible saber quién tiene qué y bloquean cualquier intento de detener el flujo de la información. Se repetirá lo que ocurrió cuando se cerró Napster, propiciando el nacimiento de redes P2P sin centro que hacen imposible no ya el control, sino siquiera el conocimiento de qué se intercambia. Si consiguen eliminar las páginas de enlaces no sólo pondrán en riesgo la esencia de Internet (basada en el hipertexto), sino que incitarán a la creación de sistemas tecnológicos mucho más sofisticados y peligrosos para ellos. Hay que impedir que se salgan con la suya, por su propio bien.

Mientras tanto, y afortunadamente, la cultura medra, crece y cada vez es más rica y la disfruta más gente. Mientras los que defienden el pasado auguran tristes tiempos y el fin de la creación, la inteligencia se regocija ante la creciente y rica variedad de ofertas. La cultura goza de mejor salud que nunca, a pesar de los mejores esfuerzos de quienes dicen representarla y quienes están obligados a defenderla. La censura, de tapadillo o abierta, con o sin juez, no va a parar la expansión de una cultura que ya no tiene dueños que puedan o quieran controlarla.


 
 

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