Lo de siempre en todos los sentidos.
El cateto de turno que se empeña en convertir nuestro campo en el más clausurado/accidentado, un campo que lleva el nombre de otro cateto que infunde menos respeto en la federación que un muelle de goma.
Otro descalabro que da la vuelta al mundo para alegría de periodistas y altos cargos que no tuvieron tanto valor para la crítica cuando caían cabezas de cerdo, mecheros abrían brechas en la cabeza del mejor defensa, petardos sobre el mejor portero, navajas o cuchillos llovían sobre el césped, energúmenos se encadenan a la portería o partían el mejor larguero antes de un partido.
Otro que sale con los pies por delante. A estás alturas el Betis solo podrá jugar contra toreros si quiere asegurarse de que los 22 salgan a píe del campo.
Me huelo que hace unas semanas, durante la visita a Zarzuela como conmemoración del centenario, El Rey llevaba un antibalas bajo la chaqueta
El arbitro que no pasa una y pita lo que el reglamento le permite pitar -y a veces más-, el comité que no perdona una por rencillas pasadas que se eternizan cual disputa de libro de García Marquez, el aficionado que año tras año gasta un dineral en algo menos gratificante que una grúa de feria.
Y el cateto de turno, ese puto cateto empeñado en llevar la imagen de Sevilla lo más lejos posible añadiendo más escenas que las manidas del cristo y las castañuelas.
Empezamos la Santa con lo de siempre, Sevilla repleta de imágenes famosas en el mundo entero.
domingo, 16 de marzo de 2008
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