botones que aprieto ni las teclas con las que os busco.
Mis pisadas no suenan, ni el cruigir de las tostadas entre tus dientes.
Ya no hay viento entre las ramas ni sauces llorones. Tampoco pájaros
de la mañana.
Los ejércitos de las películas no dan tanto miedo como antaÑo y
durante el choque de espadas solo veo una coreografía.
No oigo mi propia voz mas que por dentro así que suelo gritar o
susurrar sin razon aparente o en situaciones poco propicias.
Ya ves, te digo que no oigo, es algo que te olías hace tiempo. Lo
siento. (Ojo a la pedazo de frase sinestésica que le acabo de dedicar
a Fariskito)
No oigo no oigo no oigo. Pero ese hombre...ese peo... No tiene perdón.
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