miércoles, 11 de abril de 2007

mainstream II

Mi problema es que yo no creía ser raro cuando me quedaba un año entero metido en una habitación, cuando la barba me rozaba el pecho, cuando decía a los cuatro vientos que era partidario de una república islámica, dormía sobre una tabla, recitaba a Thoreau o cuando desconocía el extraño mecanismo que subyace en pagar un café (pedir la cuenta, esperar la cuenta, recibir la cuenta, dar dinero, esperar que se lleven el dinero, esperar que te devuelvan el dinero, dejar parte del dinero que te ha dejado).
Yo simplemente creía que todo el mundo era así.
Luego llegas al cortingles y preguntas por un libro y te dicen que no existe o llegas a la fnac y el tipo te dice que ese cd no existe y te miran con cara de "ya viene aquí otro raro ese que tendría que saber que sus libros sólo los venden en subaquatica". Así que voy a subaquatica y encuentro mis libros y voy a la red y encuentro mi música y es entonces cuando encuentro a gente que se esfuerza por parece raro y aparece en la revista H que es muy chula pero no entiendo nada y entonces me avergüenza decir que me gustan mucho las zapatillas. Mucho.

9 comentarios:

  1. Creo que has olvidado el enlace a seizenine en ese "mucho"

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  2. A la gente le parecías raro porque sabías cosas como "porqué hay tantas zapatillas colgadas de los cables en las calles de EEUU" o el origen de muchísimos movimientos sociales así como anécdotas etc.
    Cosas que nunca pones en tu otro blog, o en este.

    "Tomaaaaaaaaa lo que ta dishoooooo"

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  3. eso no me lo dices en la calle

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  4. Joder Kikin, al texto le pones música de Vangelis, lo recitas en voz alta y parece el monólogo de Blade Runner. Ya en serio, ser "raro" no es ni bueno ni malo si sabe uno llevarlo, yo dejé de serlo en el momento en que supe apreciar a todo el mundo por igual. Desde Alberto, un tío que no abre los libros más de 45 grados y visualiza las páginas en lugar de leerlas (lo que le permite cepillarse los libros a la velocidad con la que lo hacía tu querido Oscar Wilde) a la dependienta del Cortinglés. Yo viví contigo la época de la que hablas y estoy seguro de que ahora eres mucho más feliz que antes, pregúntate por que. Las cosas son mucho más sencillas de lo que muchas veces pensamos. Avísame si vienes un día por aquí, hay tantas cosas que contar.

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  5. Claro, Villa, hay saber ser "graciosamente raro" y no "pretenciosamente raro". Es curioso que hemos recorrido un camino parecido, desde el disfrutar siendo estúpidos hasta pasarlo bien con cualquier cosa. Aunque claro, en eso tu aprendiste mucho antes.
    Por eso, después de libros, películas y análisis sesudos de la intelectualidad, no hay nada que me haga más feliz que saber que Bea me comprará unas zapatillas por mi cumpleaños.

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  6. Estoy de acuerdo contigo. ¿Te acuerdas cuando bromeábamos con eso de llevar siempre el Ulises debajo del brazo y plantarlo en la barra de los bares a la hora de pedir una cerveza (un zumo en tu caso)?. Todo esto viene a cuento porque he visto a amigos perderse por el camino de la intelectualidad hasta el punto de que , hoy dia, no encuentran la forma de volver, ya te contaré.
    No voy a seguir escribiendo respuestas porque tengo un problema que me impide hacerlo sin registrarme una y otra vez.
    PD: ¡Muchas felicidades Antonio!

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  7. Es la primera vez que alguien habla sin dar nombres y no creo que lo hagan de mí. Es más, estoy seguro de que no podría entrar en la conversación ni para interrumpir (que tanto me gusta).
    Gracias Villa.

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  8. Desde que vivo con él he cambiado el adjetivo de raro, por genial...

    ... supongo que me ha comido el coco...

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  9. ¡Ah! y desde que le conozco pasé de tener cero zapatillas a seis, de llamarlas playeras a deportivas, y de nombralas por la marca, a por el nombre de pila ¡Cuidado! Es contagioso!

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