lunes, 8 de enero de 2007

Nunca es feo si la ganga es buena

Por estas fechas todos empezamos a llevar jerseys anchos de colores chillones o rombos impecablemente nerds, camisas con una manga más larga que la otra, vaqueros que nos quedan enormes o ropa con la que nunca nos relacionarían.
Son las rebajas.
Esa época del año en la que el cortinglé saca productos baratos que no existían la semana anterior y se molesta en poner dos etiquetas con diferentes precios, si es que se molesta.
Por estas fechas los productos se dividen en: los nuevos supuestamente rebajados, los viejos no rebajados entre los que un 10% lleva etiqueta de "10% descuento" y los productos que suben de precio. Yo suelo ser de los que espera comprar algo que en las rebajas resulta más caro.

Me reconozco una persona difícil. En época normal con estabilidad económica y necesidad del producto, puedo pasarme semanas rondándolo cual lobo al acecho.
Lo miro, me lo pruebo, leo críticas en los foros, busco posibles problemas expuestos por usuarios insatisfechos, busco cualquier mínimo detalle que me indique que no es perfecto.
Normalmente tengo dos o tres productos similares entre los que he de decidir, así una vez adquirido el producto siempre puedo sentirme mal "por no haberme llevado el otro que seguro que era mejor".

Por eso no entiendo cómo puedo haberme comprado los zapatos que acabo de traer.
Sabía que eran feos antes de comprarlos; no los había visto nunca pese a que me conozco casi todos los modelos de la marca, no me parecen tan cómodos como suelen ser, y sobretodo, le he notado el defecto de fabricación incluso antes de probármelos.
Pero claro, unos calajan a 50 pavos son unos calajan a 50 pavos y yo llevo muchos años deseando ser como el resto y poder enseñar un chaquetón agujereado presumiendo de que solo ha costado 30 lerus. Me los iba a quedar de todas todas, aunque parezca plástico en vez de cuero, aunque estén manchados, aunque me molesten al caminar, por mucho que la dependienta me dijera que iba a comprobar si tenían mi numero dentro para luego salir diciendo que no y recordar perfectamente qué modelos quedaban de mi nº en los distintos expositores (se le llama síndrome de la memoria comercial repentina) quitándole importancia al hecho de que uno de los zapatos estuviera torcido.

Por fin sé comprar barato lo caro. Que chulo voy a estar con mi calajan de suela rugosa, y no veáis cuando encuentre los vaqueros ganga que estoy buscando.

3 comentarios:

  1. Dicen que comprando la diferencia entre los hombres y las mujeres es que los hombres compran por 50 euros algo que necesitan pero que si buscaran más lo encontrarían en otra tienda por 30, mientras que las mujeres compran por 30 euros algo que no necesitan pero que en las demás tiendas les costaría 50. Hemos encontrado tu lado femenido (o al menos uno de ellos).

    ResponderEliminar
  2. hummm nunca había considerado las diferencias entre hombres y mujeres en ese tema. Sólo sé que yo aguanto una hora de compras, y mi pareja una hora y veinte. Así que a la hora y diez minutos de comenzar tenemos bronca asegurada. ;)

    ResponderEliminar
  3. Lo recoñozco, puedo pasar meses sin comprar algo por 30 que cuesta 32.
    Quiero de decir que me encanta comparar productos pero nunca los compro.

    ResponderEliminar